domingo, 6 de septiembre de 2009

De cómo Amparo conoció a Wall-E (II)

Nota: El propósito de poner esta historia en palabras por aquí es ser capaz de asimilar todo esto, de creérmelo de una vez por todas. Estoy tan acostumbrada a que las cosas no salgan como yo quiero que cuando algo funciona, en lugar de disfrutar me quedo esperando a que se termine. Y cuando eso pasa en una relación, no vamos bien. Así que... allá voy con el siguiente episodio.

Nos habíamos quedado en aquella primera cena, una tarde de octubre. Era lunes.

Creo que habíamos quedado a las 8 o algo así y llegué al bar donde estaban mis amigos a la 1 y algo. Durante esas 5 horas no paramos de hablar.

De esa noche recuerdo exactamente lo que llevábamos puesto los dos, lo que preparó para cenar, el postre (cortesía de mi Sister), las preguntas que nos hicimos y cómo me sentí: feliz. No hubo ni besos ni promesas pero los dos nos quedamos con ganas de más.

Dos días más tarde, Sister y yo nos quedamos a dormir en casa de nuestra amiga (su vecina) y él se apuntó a ver una peli en español con nosotras. Ni qué decir tiene que no se empanó de nada. Y lo típico, eso que no sabes ni cómo ni cuándo, termina la peli y él tiene sus brazos a tu alrededor, así que salimos al pasillo a despedirnos y nos dimos el primer beso de los miles de millones que han seguido después. Sólo uno. El de buenas noches. Suficiente.

Evidentemente a partir de ahí empezamos a liarnos de fiesta en fiesta. Ya sabéis que yo estaba un poco tocada por mi rollo con Peter Pan y pasaba de historias serias. Quería divertirme. "Girls just wanna have fun".

Hasta que Wall-E me paró los pies. ¡Él quería algo más serio! Lo flipé, claro. Un tío que quería algo conmigo, juas. Cuando le dije que vale, no tenía ni la más mínima idea de a dónde me llevaría todo eso.

Pero antes de traerme hasta aquí, me llevó a sitios muy oscuros y profundos. No, no me metí ni en drogas ni nada de eso (bueno, algún que otro porrillo...). Me refiero a que me hizo daño.

Si lo pienso en retrospectiva, la mayoría de las veces que discutíamos se debían a diferencias de educación (hemos sido educados de formas muy opuestas), a malentendidos lingüísticos (es lo que tiene cuando ninguno de los dos se está comunicando en su lengua natal), a su forma de decir las cosas (era un tanto brusco y aunque está trabajando en ello le cuesta) y a mi niñez.

No pretendo exculparle de mis lágrimas pero sin ellas tampoco hubiera crecido. Digamos que cuando se trata de los demás puedo dar consejos y acertar y estar ahí. Cuando se trata de mí soy incapaz de pedir ayuda, de admitir que quizás me he equivocado, de rectificar mi camino. Capricornio cabezota hasta el final.

Esa obstinación por pasar desapercibida, porque nadie me vea, que nadie sepa ni lo que hago, ni lo que me pasa ni dónde estoy es la que nos ha llevado a pelearnos mil veces.

La última el pasado viernes. Él vino a verme unos días y esa tarde estábamos en mi habitación viendo una peli o hablando o no recuerdo qué hacíamos. Nos entró la risa y él se empezó a reír a carcajadas. Y yo, en lugar de disfrutar del momento, no tuve mejor cosa que hacer que mandarle a callar porque mi compañera de piso podía oírnos.

Detrás de mi razonamiento está el que no vivo sola y mientras no viva sola no quiero molestar a la otra persona. Que no me oiga. Que no sepa que me lo estoy pasando bien. O mal.

En fin, vaya estupidez. Una cosa es intentar no hacer ruido en la cama y otra no poder hablar y reír, no? Pues a mí me costó entenderlo.

Y como eso, muchas otras cosas. En la universidad ya me proclamaron "Miss Discreción" (todavía tengo el diploma en casa) pero a lo mejor ser discreta no es tan bueno como parece.

0 comentarios:

Publicar un comentario

Qué Hace Así Una Chica Como Tú © 2008 | Coded by Randomness | Illustration by Wai | Design by betterinpink!